
Donald Trump justifica su ofensiva rumbo a la paz; qué contradicción
Por Mariel Álvarez Sánchez
El 23 de junio de 2025, el mundo volvió a contener la respiración. Estados Unidos bombardeó instalaciones nucleares en Irán como parte de la llamada Operación Martillo de Medianoche, una acción que, según Washington, buscaba frenar el avance del programa atómico iraní. Pero la respuesta no tardó: Teherán lanzó una ofensiva con misiles balísticos contra bases militares estadounidenses en Irak y Qatar, en una operación que bautizó como Presagios de Victoria.
La narrativa oficial estadounidense habla de “prevención” y “seguridad global”. Pero ¿qué tan preventivo puede ser un ataque que desencadena represalias inmediatas y pone en vilo a toda la región? Irán, por su parte, calificó la ofensiva como una “flagrante agresión” contra instalaciones nucleares pacíficas y prometió que “cada herida en el cuerpo iraní será respondida con fe y determinación”.
La base aérea de Al Udeid, en Qatar —el mayor activo estratégico de EE. UU. en la región— fue uno de los blancos principales. Aunque no se reportaron víctimas, el mensaje fue claro: Irán no permitirá que su soberanía sea vulnerada sin consecuencias.
Este nuevo episodio no es un simple intercambio de misiles. Es la confirmación de que la diplomacia ha sido desplazada por la lógica del músculo. La región, ya sacudida por la guerra entre Israel e Irán, se convierte en un tablero de ajedrez donde cada movimiento puede ser letal. Qatar, que intentó mantenerse al margen, cerró su espacio aéreo y condenó el ataque iraní como una violación a su soberanía. Muchos temen, otra vez, que sea el inicio de la Tercera Guerra Mundial.
La pregunta que flota en el aire es incómoda pero necesaria: ¿Cuántas veces más se repetirá este ciclo de provocación y represalia antes de que alguien decida romperlo con diálogo en lugar de pólvora? Esto es una probadita de que las ocurrencias de Donald Trump, no son solo berrinches sin trascendencia; por irracionales que sean, e inclusos ilegales -porque debió de haber consultado al Congreso de Estados Unidos para realizar una ofensiva como esta- el lo hará, sólo porque puede.
Estados Unidos insiste en que su intervención fue quirúrgica y en beneficio de la paz. Irán responde con una precisión igual de simbólica: el número de misiles lanzados fue el mismo que el de bombas recibidas. Una matemática de la venganza que no suma paz, solo agrava el riesgo de una guerra regional -para empezar- con consecuencias globales.