
Ana Liza en línea
Por Mariel Álvarez Sánchez
* El caso Ovidio: ¿justicia o espectáculo?
* Aranceles como castigo político
Claudia Sheinbaum entre dos fuegos: narcojusticia y castigo comercial - La presidenta de México está de rodillas ante el gobierno del vecino país, Estado Unidos. Claudia Sheinbaum no ha tenido tregua y en menos de 48 horas, recibió dos golpes que no solo sacuden su imagen internacional, sino que exponen las tensiones estructurales entre México y Estados Unidos.
Por un lado, el abogado de Ovidio Guzmán alias "El Ratón" hijo del Chapo Guzmán, Jeffrey Lichtman, la acusó de ser “el brazo de relaciones públicas de una organización narcotraficante”. Por el otro lado, el presidente Donald Trump anunció aranceles del 30% a las exportaciones mexicanas, acusando al país de no frenar el tráfico de fentanilo.
El caso Ovidio: ¿justicia o espectáculo? - Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo”, se declaró culpable en una corte de Illinois y aceptó colaborar como testigo con las autoridades estadounidenses. Su abogado, Lichtman, aprovechó el momento para lanzar una ofensiva mediática contra Sheinbaum, calificando sus declaraciones como “absurdas” y acusándola de actuar como “publirrelacionista del Cártel de Sinaloa”.
La respuesta de la presidenta fue inmediata: “No establecemos relaciones de complicidad con nadie”. La Fiscalía General de la República también salió al paso, calificando los dichos del abogado como “irresponsables” y “oportunismo mediático”.
Pero el daño estaba hecho. La narrativa internacional ya no gira solo en torno al combate al narcotráfico, sino a la percepción de un gobierno que, según sus críticos, no logra deslindarse del poder criminal. Y esto es apenas el comienzo, con tal de evitar la prisión vitalicia y el pago de los 80 millones de dólares de multa que exige el gobierno de los Estados Unidos, seguramente Ovidio Guzmán dará a conocer nombres de los poderosos políticos mexicanos que le allanaron el camino l Cártel de Sinaloa para el desarrollo de sus actividades ilícitas. Seguro muchas personalidades ya están temblando por lo que se pueda saber.
* Aranceles como castigo político - Como si el fuego judicial no fuera suficiente, Trump lanzó una bomba comercial: aranceles del 30% a México, a partir del 1 de agosto. En su carta a Sheinbaum, el mandatario estadounidense reconoció que México ha ayudado a frenar la migración y el fentanilo, pero acusó al país de permitir que América del Norte se convierta en un “parque de juegos del narcotráfico”.
La medida amenaza directamente a miles de empresas mexicanas y podría desestabilizar la economía nacional ¿más? Marcelo Ebrard, secretario de Economía, anunció la instalación de una mesa binacional para evitar que los aranceles entren en vigor. Pero el mensaje es claro: Estados Unidos no está dispuesto a esperar resultados, exige sumisión.
¿Presión legítima o chantaje diplomático? - El caso Ovidio y los aranceles no son hechos aislados. Son parte de una estrategia de presión que busca someter a México a una narrativa de culpabilidad. Trump castiga a México por no detener a los cárteles, mientras negocia con sus líderes en cortes estadounidenses. ¿Coherencia? Ninguna. ¿Hipocresía? Toda.
Sheinbaum, por su parte, enfrenta el dilema de resistir sin romper, de negociar sin ceder. Su discurso de dignidad nacional se pone a prueba frente a una maquinaria internacional que no perdona errores ni ambigüedades.
¿Y el pueblo? En medio de esta tormenta, el pueblo mexicano observa. ¿Es Sheinbaum la líder firme que prometió no arrodillarse ante nadie? ¿O está atrapada en una red de intereses que la superan? Las respuestas no están en los comunicados, sino en las decisiones que tome en los próximos días.
En el tintero. ¿Solución real o aparente la de la UAEMEX?
La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) se encamina hacia una jornada histórica: el 15 de julio se celebrará la votación para elegir a su próxima rectora, en medio de un clima de tensión, desgaste y desconfianza. Tras meses de paros, protestas y exigencias estudiantiles, el Consejo Universitario decidió reactivar el proceso con ajustes que prometen mayor participación. Pero ¿es esto una solución real o simplemente una estrategia para apagar el fuego sin cambiar el sistema?
Por primera vez, toda la comunidad universitaria —estudiantes, docentes y administrativos— podrá votar de forma directa, libre y secreta. El voto estudiantil contará doble, lo que parece un guiño a las demandas del movimiento estudiantil que exigía mayor voz. Sin embargo, muchas facultades siguen en resistencia, como Artes, Humanidades y Medicina, que denuncian un proceso “corrupto, amañado y lleno de inconsistencias”.
La paradoja es evidente: se habla de inclusión mientras se ignoran las voces que piden cancelar el proceso. ¿Qué legitimidad puede tener una elección cuando parte de la comunidad considera que el sistema sigue secuestrado por intereses políticos?
Será esta ¿Solución o maquillaje institucional? El encargado del despacho de la Rectoría, Isidro Rogel, asegura que el proceso dará como resultado una rectora “ampliamente legitimada”. Pero el contexto dice otra cosa. La reactivación del proceso fue aprobada por apenas 70 consejeros, en una sesión extraordinaria que ignoró la exigencia del Enjambre Estudiantil de cancelar la elección como condición para levantar el paro.
Además, el proceso se aceleró en modo “fast-track”, con apenas cinco días de difusión de propuestas y perfiles. ¿Puede hablarse de una elección democrática cuando se madruga a la comunidad y se limita el tiempo para el debate?
¿Quién gana con esta votación? Las cinco aspirantes —Laura Benhumea, María José Bernáldez, Patricia Zarza, Maricruz Moreno y María Dolores Durán— deberán confirmar su participación y esperar el veredicto del voto ponderado. Pero más allá de quién gane, el verdadero triunfo sería recuperar la confianza de la comunidad universitaria. Y eso no se logra con urnas, sino con voluntad política y transparencia.
La universidad que resiste, está en una encrucijada. Puede elegir entre maquillar la democracia o transformarla desde sus cimientos. El 15 de julio no será solo una votación: será un termómetro del hartazgo, la esperanza y la capacidad de la institución para escuchar a quienes la sostienen.
Nos leemos la próxima semana